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Mi nombre es Leksa, y quiero contarte cómo todo cambió con esas tres putas pero increíbles mágicas palabras. Yacob me miró con esos fuertes ojos verdes. Es extraño como una persona que no conoces es capaz de provocar tantas cosas dentro de ti, no me refiero las ya conocidas mariposas en el estomago, sino en tu misma alma. ¿Cómo es posible que con alguien del cual ni siquiera conoces su nombre, te haga imaginar una vida juntos? Una larga y feliz vida. ¿Será que de verdad estamos conectados por un lazo invisible a nuestra alma gemela? Y que éste cuando está a muy corta distancia, ¿sacude nuestro mundo?

Tres palabras cambiaron mi vida en tan sólo tres segundos.

En menos de tres minutos, me robó el corazón. ¿qué cuáles fueron esas tres palabras? ¿te preguntas? Te diré que no fue un te amo, pues esas son dos. Tampoco un te quiero mucho, a pesar de ser tres. Fue un maldito; ¡arriba las manos! Lo dijo con tanta seguridad, con tanto poder, que, por un momento, por un pequeño instante, me encantaría fuera toda una vida, se me olvidó que yo era la policía encubierta que lo mandaría a prisión.

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—¿Qué carajos es esto, Alexa? Qué bueno que eres cajera, porque como escritora te morirías de hambre —exclamó Jacobo al terminar de leer el escrito de Lexa

—Es sólo un borrador. Sé que le faltan mejoras, no tienes por qué ser tan cruel.

—Confundes crueldad con honestidad. Te faltan acentos como en “estómago”. Repites mucho las palabras; “vida, tres”. Además, ¿crees que la gente no sabrá de nuestro amor prohibido sólo porque cambias Alexa por Leksa, y Jacobo por Yacob? ¿en qué chingados estabas pensando? ¿Sabes qué pasará si esto lo lee mi esposa?

Que por fin seremos libres —pensó Alexa, pero en vez de expresar esa emoción, la reprimió como de costumbre con un terrible; sí mi amor, no vuelve a suceder.

Pasaron los días, y Alexa cada vez tenía más ganas de continuar su historia de amor. Seguramente era porque en esa fantasía podía vivir los sueños que nunca se le harían realidad. No la de andar con un asaltante, sino la de tener a Jacobo para ella sola.

Por las noches se dedicaba a escribir, en esos momentos no importaban las faltas de ortografía ni la sintaxis, porque todo lo que relataba, era para ella y nadie más.

Cada palabra que Alexa escribía era una pequeña venganza contra la realidad que la mantenía encadenada. Todas las noches eran una nueva historia. A veces, escapaban por carreteras solitarias, otras, se refugiaban en cabañas perdidas, y cada peligro era una excusa para acercarse más, para vivir un amor sin límites. No había esposas celosas ni promesas rotas, solo la libertad de entregarse por completo. Era la historia que Alexa deseaba para ella y Jacobo, aunque supiera que nunca la viviría.

Una noche, algo cambió. Mientras terminaba el siguiente capítulo, el sonido de una notificación en su celular la sorprendió. Su cuerpo se tensó al ver un mensaje inesperado de Jacobo:

—¿Puedo ir a verte? No soporto más esta situación —el corazón de Alexa latía como si fuera a explotar. Era la primera vez que Jacobo pedía algo así. Por lo general, él mantenía la distancia, temeroso de ser descubierto. Las palabras que acababa de leer parecían sacadas de la misma fantasía que escribía. Sin pensarlo, respondió:

—Me encantaría, pero hoy no. Mejor hablamos mañana —Ese sentir que Jacobo tenía, también lo sentía Akexa. No soportaba la idea de seguir siendo la amante y se moría por decir que sí, que estaba sola y dispuesta a todo lo que él quisiera, pero no deseaba sólo una noche, y aunque le doliera posponer ese placer, sabía que tenía que darse a desear, a respetar, para que le tomara en cuenta para algo más serio. Jacobo no contestó nada.

La noche se hizo eterna con la espera a la respuesta de ese mensaje que nunca llegó. Las dudas comenzaron a invadirla, ¿y si lo hizo mal? ¿Si nunca quiso nada serio? ¿Si una noche era mejor que nada? Eran preguntas que sólo el tiempo respondería.

Sentía una enorme impotencia al no poderle llamar y exigirle una respuesta.

A pesar de la desvelada, su curiosidad era más grande que el cansancio. Tan pronto abrió los ojos, fue directo a la regadera y con el chorro del agua en su cuerpo, relajó su mente. Eligió sus mejores prendas y se maquilló como nunca. Lucía verdaderamente hermosa, a tal punto de que Jacobo sería un idiota de no elegirla.

Alexa fue a trabajar con un solo pensamiento. Tendría todo el amor de Jacobo, de forma exclusiva, o no tendría nada.

Jacobo entró, justo en el mismo momento en que Alexa recibía una llamada de Jessica. Desvió la llamada y espero a que él se acercara a saludarla y darle un beso a escondidas de las cámaras, pero no lo hizo, se pasó de largo como si no la hubiera visto.

El celular sonó nuevamente y esta vez le respondió a su amiga, fingió una sonrisa con el fin de evitar que una lágrima se escapara. Decidió no contarle nada a Jess, todavía era muy temprano, pero sobre todo, no quería que Jacobo alcanzara a escuchar sus quejas.

Al terminar la llamada, tomó la iniciativa y fue a saludar a Jacobo. Él le respondió con un cruel, “vete a tu lugar, es momento de atender”.

Alexa atendió a una dulce mujer castaña que intentaba cobrar un cheque sin fondos. Fue cuando se escuchó en la sucursal un grito que convertiría su historia de ficción en realidad:

—¡Ahora sí, hijos de su pu…