La clave para conseguir lo que deseas es sencilla, sólo tienes que darle a la otra persona, el 80% de lo que él o ella quiere, y entonces, estará dispuesto a mover cielo, mar y tierra con tal de obtener el faltante.

Un ejemplo que relata a la perfección el caso, se presentó en un hotel. Este le brindaba todo a sus huéspedes; toallas limpias, agua caliente, una vista espectacular, increíble atención en todo momento, inclusive les regalaban un vino al momento de entregarles la habitación, junto con una cuponera y guía turística sobre el lugar. A pesar de esto, los clientes siempre le calificaban con 3 o 4 estrellas. El gerente no sabía qué estaba mal, desde hace meses no tenían una sola queja, entonces… ¿por qué carajos los huéspedes no daban las 5 estrellas que el hotel necesitaba y esperaba?

La psicología es muy rara y contradictoria. La cabeza me voló cuando comprendí que la paz que tanto deseas, se consigue luchando.

Contrataron a un experto en atención al cliente, y les dijo que lo perfecto es lo menos armonioso. Mentalmente necesitamos problemas, es nuestro instinto de supervivencia por llamarlo de una manera. Por eso, muchas veces creamos obstáculos en un camino libre.

Les pidió que implementaran un pequeño error, claro, siempre que fueran capaces de solucionarlo en menos de 5 minutos. En algunas ocasiones olvidaban poner las toallas, en otras, prender el boiler. Los trabajadores ya estaban preparados para tan pronto recibieran la queja, poder solucionarla, y al mismo tiempo, entregarles la botella de vino que inicialmente daban como cortesía, ahora la ofrecían como una disculpa para poder enmendar la situación.

Esto provocó que, en menos de una semana, casi todas las calificaciones fueran de 5 estrellas.

Te comento esto porque mi relación con Diego era más que perfecta, como si fuéramos almas gemelas, lo teníamos todo; salud, dinero, viajes, tiempo de calidad, y unas tremendas ganas de estrellar la cabecera de la cama contra la pared a cada momento.

Desde que se me acercó esa tarde en Irlanda con la excusa de buscar un guía turístico para entablar conversación, todo fue mágico. Todo fluyó como debería y nada fue forzado.

Como si fuera buen mago, se guardaba un as bajo la manga, en cada cita me revelaba algo nuevo, a veces un secreto, otras, un movimiento del cuál nuestro único cómplice era la cama.

Sin pedírselo, me compró una camioneta y una casa donde poder guardarla. Y aquí es donde probablemente te preguntarás qué mujer deja a un hombre así. ¿Estoy loca?

El problema, es que de las tantas cosas que se guardaba, estaba la lista de otras mujeres. Con quienes salía y disfrutaba en mi ausencia. ¡El cabrón me engañó a pesar de haber sido lo único que le pedí!

Al principio pensé que eran ideas mías, la mente a veces nos hace ver las cosas desde una terrible perspectiva. Lo seguí y confirmé mi sospecha. Se besó no con una, ni con dos, si digo tres me quedo muy corta. ¡El imbécil tenía más de veinte mujeres!

En ese momento juré vengarme. Empecé a leer como maniática libros de psicología, tenía que darle donde más le doliera, y la mejor forma de que se quedara solo, sin ninguna mujer, era arrebatándole su fortuna, o, mejor dicho, la de su difunto padre, pues él nunca hizo y ha hecho nada para generar dinero. Por lo que me contó, él nunca quiso hacerse cargo de la empresa familiar, y ahora sé que fue un niño rebelde que jamás tomó en cuenta los consejos de su padre millonario, el cual, fue su peor error, ya que la mejor forma de quedarse en bancarrota es no saberse administrar.

Nuestro inconsciente es lo más poderoso que tenemos, y al que, al mismo tiempo, le damos menor valor. Comencé a sugestionarlo, después del sexo, mientras su mente consciente estaba apendejada. Empecé a hablarle de los problemas del fisco, de cómo los millonarios ponen sus empresas a nombre de su mujer para evadir impuestos, auditorias y, sobre todo, embargos. Un secreto que aprendí es que el inconsciente nunca duerme.

Un par de semanas más tarde, un amigo le marcó haciéndose pasar por hacienda y solicitando una cita para auditar su negocio. Ese mismo bendito día, puso la mayoría de sus bienes a mi nombre. En cuanto tuve la firma, lo corrí de mi vida. También repartió su fortuna con sus amantes, pero tan pronto fui con ellas y les mostré las pruebas de que no eran la única, hicieron lo mismo que yo.

Le estuve investigando. Se quedó unos días en casa de la puta Tiffany, pero ella, en poco tiempo aprendió que las palabras dulces se vuelven amargas a falta de hechos. Diego le decía que iría buscar trabajo, pero cómo lo encontraría si no lo estaba buscando, en lugar de ir a entrevistas, iba a la cantina a refugiarse con alcohol, siempre ha sido el tipo de persona que prefiere escapar de los problemas.

Yo busqué el amor en otros hombres, pero cada nuevo que llegaba a mi vida, en tan sólo un par de horas me contaba todo, no se reservaba nada como Diego lo hacía, ya no existía ningún truco extra para practicar en la cama. No había absolutamente nada nuevo por descubrir.

Es por eso que no puedo olvidar a Diego, cuando te conté al principio la técnica de no dar el cien, no me refería a que yo lo practicara, ¡yo era la víctima! Y del mismo modo que el alumno se convierte en maestro, me convertí en una manipuladora con el objetivo de dejarlo en la calle, y lo logré.

Le destruí la vida, y ahora quiero pegar los pedazos rotos.

Hace unas semanas le visité y le ofrecí un chequé de diez mil pesos. No podía darle todo, de hacerlo, se quedaría con todo lo que era de él sin incluirme.

Tendría que ser paciente, reconquistarlo, ganar su confianza a pesar de haberla tirado y pisoteado como un chicle. Asegurarme de que creyera que era él quien buscaba.

Le vigilaba día y noche. No sabes cuánto deseaba llevarlo a mi casa, bañarle y acostarme entonces con él. Pero no podía, ¿cómo puedes reconstruir un papel hecho cenizas?

En una mañana, lo vi entrar al banco junto con su compañero indigente, pensé que por fin cobraría mi cheque y empezaría a reconstruir su vida, el primer paso del plan estaba en marcha. Estaba completamente equivocada. Mi asombro fue ver cómo aquel chaparro sacaba un arma a plena luz del día.

De inmediato le marqué a la Policía y grité que habían cometido un asesinato a cinco minutos de aquí para dispersar a los agentes.

Él me destruyó la vida, en respuesta, yo hice lo mismo con él. Y ahora, irónicamente, es momento de salvarnos el uno al otro.